Alejandro Deustua

31 de mar de 2013

Asia Como Escenario De Conflicto

El escalamiento de la amenaza norcoreana contra Estados Unidos y la República de Corea es una realidad prebélica que supera la retórica. Ésta genera fuerte inestabilidad en el noreste de Asia y su dimensión nuclear preocupa globalmente.

En términos regionales la amenaza se inscribe en un contexto de conflictividad convencional (controversias esencialmente marítimas con tendencia a militarizarse), un balance de poder inestable y una realidad armamentista que contradice la unidimensional percepción de progreso que fundamenta la aproximación esencialmente económica del Perú y parte de la comunidad internacional a ese continente.

Desde que en enero el Consejo de Seguridad impusiera sanciones adicionales a Corea del Norte como consecuencia de pruebas misileras prohibidas por esa entidad global, el Estado totalitario ha desarrollado una tercera prueba nuclear que atenta contra las normas de no proliferación, ha amenazado con atacar territorio norteamericano (y surcoreano) y puede haber sido el origen de importantes ciberataques contra Corea del Sur. En ese marco el gobierno de Kim Jong Un ha denunciado el armisticio de 1953 y se ha declarado en estado de guerra.

No obstante que la conducta norcoreana es considerada por Estados Unidos como una amenaza seria, la reacción de la superpotencia es de cautela. El Departamento de Defensa se ha esforzado en evitar calificar la amenaza restringiéndola al ámbito de la provocación mientras maximiza la necesidad de evitar un error de cálculo. Y China, único aliado de Corea del Norte, ha llamado, a su vez, a la máxima autocontención.

Ello no ha impedido que la primera potencia y Corea del Sur realicen ejercicios militares con participación de los aviones más modernos del arsenal norteamericano (los B2) ni el fortalecimiento de las defensas misileras norteamericanas en el Pacífico.

Es posible que Norcorea esté buscando cohesión interna y un buen paquete de beneficios como condición o resultado de una nueva reunión del grupo de las “Seis Partes” (las dos coreas, Estados Unidos, China, Japón y Rusia). Pero, en tanto ya posee la bomba atómica y tecnologías avanzadas de lanzamiento, es muy probable también que desee el reconocimiento de su calidad de potencia nuclear.

Esta inviable aspiración desestabiliza la subregión económicamente más poderosa del área donde interactúan China, Japón y Corea del Sur y fomenta allí la proliferación nuclear. Esta dinámica interactúa con escenarios donde las controversias de límites pueden derivar en conflictividad militar convencional en el Norteeste (Japón, China y Corea del Sur) y Sureste asiáticos (China, Viet Nam, Filipinas, Malasia y Brunei).

Además de promotor de mecanismos de seguridad regionales, Estados Unidos ejerce en el área una función de equilibrio que presupone fricción entre estados de la región que más compras militares ha realizado entre 2008 y 2012.

En efecto, en ese período los cinco mayores compradores de armas (32% del total mundial) fueron todos asiáticos. Rusia fue el principal proveedor de primero y segundo (India y China) y Estados Unidos del tercero y cuarto (Corea del Sur y Singapur) (SIPRI).

He allí un cuadro estratégico que es necesario tener en cuenta para el relacionamiento de corto y largo plazo con Asia. Si ésta es un principal motor de crecimiento también lo es de serios riesgos para la economía global. Al respecto, el pronunciamiento de UNASUR es insuficiente.

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