Alejandro Deustua

23 de jul de 2021

Claustrofilia Política

Al margen de un nuevo auge de la pandemia Covid 19 (la variante Delta plus) que puede desacelerar el ritmo de recuperación de la economía mundial; del desborde del calentamiento global (megaincendios forestales que queman más de 400 mil has. de bosques en Estados Unidos desde Alaska hasta Florida o inundaciones catastróficas que afectan a regiones enteras en Alemania o China y que, en el próximo verano, puede generar desastrosos aluviones en los Andes); o del más intenso desborde popular en Cuba (y la consecuente represión generalizada), en el Perú apenas pasamos de identificar turbiamente quién ganó unas elecciones tramposas a ignorar qué gabinete del Sr. Castillo nos gobernará faltando cinco días para la transferencia de mando.

Y como si la tensión entre Estados Unidos y China fuera un prescindible reporte periodístico sin implicancias sistémicas; o como si el ingreso del sudeste asiático a un escenario de estancamiento no revistiera importancia alguna; o que el norte de África se halle nuevamente convulsionado y fuera éste sólo un problema local que concierne a la Unión Europea; o como si las críticas al Secretario General de la ONU (en su segundo mandato) por su “tenue” manejo de crisis de seguridad tuviera la misma importancia multilateral que, digamos, la fiesta de la Candelaria; o como, finalmente, si la anarquía que reina en Haití no tuviera un efecto desestabilizador en el Caribe, en el Perú estamos sólo preocupados por si será el Sr. Castillo o el Sr. Cerrón (o ambos al alimón) quienes manejarán un inexistente gabinete sin cuadros conocidos a 120 horas del 28 de julio.

De tal deterioro cognitivo y de su concentración en el ombligo político peruano, nuestra Cancillería no ha logrado extraernos (ni lo ha deseado a la luz de sus desconocidas gestiones en la importación de insuficientes dosis de vacunas, de su silencio frente al adelanto de opinión sobre el proceso electoral peruano por Estados Unidos, la Unión Europea y la OEA o de su abstracta preocupación por la 4ª revolución industrial que ahora atiende demandando investigaciones de terceros aficionados).

Mientras tanto, muy destacados partidarios de la candidatura del Sr. Castillo (por quien se rasgaron gran cantidad de vestiduras) hoy dan señas de temblorosa vacilación al darse tardía cuenta de que los problemas de gobernabilidad que vienen con su investidura pueden ser mayores que la preocupación de calificadoras de riesgo, como Fitch, alarmadas por la magnitud del cambio de las reglas de juego que procurará el próximo gobierno. Aunque entre ellas se encuentren la alteración de nuestra inserción y alineamiento externos, la preocupación local no excede a la dicotomía Castillo-Cerrón ni la Cancillería establece los temas que es necesario atender ahora ni los parámetros externos que no deben excederse después.

Tal es la intensidad del oscurantismo político que nos ha atrapado en esta temporada de ciego coqueteo con los límites de la democracia y con el Estado fallido.

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