Alejandro Deustua

24 de jul de 2013

Cohesión Social y Política Exterior

En un marco global de expectativas decrecientes, el Perú tiene fortalezas que lo deberían destacar entre los países emergentes. En efecto, su economía es aún considerada entre las que tienen mejores fundamentos (Bloomberg) y el incremento de sus clases medias es un factor reconocido en el exitoso esfuerzo contra la pobreza (BID).
 

 
Pero ni sus instituciones (que el WEF reporta en nivel inferior) ni su política exterior contribuyen hoy a esos efectos.

Al respecto, la decisión del Congreso de revertir la elección de funcionarios no idóneos para el Tribunal Constitucional y la Defensoría del Pueblo, tendrá, en el mejor escenario, resultados neutrales.

Pero el malestar social ya se ha destapado. En consecuencia, el riesgo político tiende a incrementarse y, dependiendo de su intensidad próxima, puede afectar el ámbito perceptivo de las calificadoras que establecen el grado de inversión. Para comenzar, el grado de confianza ha caído importantemente (Apoyo) en un contexto de incremento del costo de atracción de los flujos de capital.

En ese marco, la cohesión social, un factor necesario para una política exterior influyente e indispensable para afrontar realidades externas que afectan al Estado (p.e. el próximo fallo de la Corte Internacional de Justicia), puede estar ingresando en escenarios precarios.
 

 
A evitarlo no ha ayudado el sacrificio gubernamental de la oportunidad de establecer un balance entre la estabilidad regional y el ejercicio de obligaciones colectivas como la defensa de la democracia representativa.

En efecto, el presidente pro témpore de UNASUR se negó a recibir al representante de al menos 49% de los ciudadanos venezolanos cuando éste llegó a Lima a explicar su posición e indagar por las recomendaciones de esa entidad sobre diálogo y un clima de tolerancia en Venezuela sin reclamar desconocimiento del gobierno de ese país.
 

 
La debilidad mostrada en resguardo de un inexistente alineamiento con Venezuela cuando Chile y Colombia hacían lo contrario recibiendo al Sr. Capriles revela en el gobierno indisposición al liderazgo y dubitaciones disfuncionales a las responsabilidades que el Perú debe afrontar este semestre.

El eventual debilitamiento del apoyo social necesario para estas circunstancias y la vacilación en la conducción de la política exterior necesitan ser revertidas y corregidas.

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