Alejandro Deustua

20 de abr de 2009

El Asilo Frente a las Neodictaduras

Mientras que el presidente Chávez aprovechaba el deseo del presidente Obama de redefinir el clima de la relación interamericanaza, en Venezuela la escalada hacia el totalitarismo seguía marcando el paso.

Así, luego de imponer en las urnas lo que las urnas le habían negado antes (la reelección indefinida) Chávez, procedió a controlar manu militari los puertos regidos por ley federal, incrementó el “control social” del Poder Judicial y redujo ipso facto la jurisdicción del opositor alcalde de Caracas nombrando un gobierno paralelo. Todo ello fue precedido del anuncio de su intención de enjuiciar expeditivamente al mayor líder opositor, Manuel Rosales, luego de que éste se atreviera a cuestionar el uso de los recursos públicos por el señor Chávez. De ese objetivo hizo causa personal y compromiso público.

Ello ocurre en un escenario en que Fidel Castro ha designado a Chávez como custodio del destino revolucionario en la región. Lejos de flexibilizarse democráticamente la coalición totalitaria, por la que se han roto fuegos en la V Cumbre de las Américas, ajusta el orden interno de los Estados que la integran.

No vamos a poner la mano al fuego por la conducta administrativa del señor Rosales. Pero ciertamente hay razones para afirmar que es un perseguido político. Entre ellas desataca el emprendimiento personal de Chávez en ese objetivo. En consecuencia el gobierno debería otorgarle el derecho de asilo y exigir del eventual asilado la conducta correspondiente.

Ello no mejorará la relación con Venezuela pero dejará en claro que el Perú sigue rigiéndose por la cláusula democrática y que la hará respetar. Es más, frente a la descomposición democrática que se observa en otros vecinos, el gobierno quizás debiera replantearse una política contemporánea sobre el derecho de asilo Con ello el Perú estará renovando su tradición jurídica en la materia.

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