Alejandro Deustua

30 de abr de 2013

El Pragmatismo y UNASUR

El apresurado reconocimiento suramericano del Sr. Maduro como presidente de Venezuela es bastante más que un fiasco de la diplomacia plurilateral. La inseguridad que éste ha agregado a la que preexistía en ese país revela imprudencia de la acción conjunta y clamorosa falta de previsión regional. Si UNASUR quiso actuar con prevención estratégica terminó actuando con arbitrariedad propia del pragmatismo.

Este tipo de conducta surge hoy en la región como producto del abandono o mal uso de los marcos que norman la protección colectiva de la democracia en el área, de la postergación de las formas de interacción propias de la política exterior (la cabal expresión de los intereses nacionales hoy sustituidos por formatos ideológicos crecientemente antiliberales) y de la exaltación de una inexistente unidad suramericana.

Así, de un lado, la artificiosa búsqueda del consenso en la última cumbre de UNASUR marginó del tratamiento del problema la adecuada expresión de las diferentes de visiones del mundo de los miembros de esa agrupación. Y del otro, la predisposición de los suramericanos a fingir la existencia de un bloque indujo un comportamiento grupal similar al que adoptan los especuladores cuando los mueve el pánico o la exuberancia irracional.

Luego la presencia del conjunto unasureño en Caracas acabó envalentonando a un presidente cuestionablemente electo que ya tenía premio suficiente con el saludo colectivo que se le presentó desde Lima. Las invocaciones al diálogo y a la serenidad sin mecanismos de implementación que planteó UNASUR se quemaron como papel frente a la debilidad del grupo “liberal” (que se dejó estar u optó por la pasividad) en contraste con el hiperdinámico grupo ALBA (tan influyente en el Movimiento No Al del que recogió apoyos patrocinados, entre otros, por Irán).
 

 
Las explicaciones del caso enfatizaron el rol de la soberanía y la no intervención definidos en términos de los años 70. La invocación de los mismos en reemplazo de los que los matizaron por el bien común, llamó de regreso al viejo Estado anticipando una reemergencia que la crisis patrocina. Las consecuencias están a la vista: mayor inseguridad nacional en Venezuela y dudas sobre las reglas de juego en el Perú. Los vientos cambian y algunos quieren orientarlos hacia el pasado.

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