Alejandro Deustua

7 de nov de 2006

Elecciones Parciales en Estados Unidos

Un par de convicciones colectivas parecen prevalecer en las elecciones legislativas norteamericanas (y de la mayoría de los gobernadores): en un contexto de significativa pérdida de popularidad presidencial, el tema central es la guerra de Irak y, en términos generales, los demócratas debieran ganar.

Si la extrapolación del primer consenso indica que la elección sería un referéndum en materia de seguridad y defensa, ésta no sería del todo correcta Si bien es cierto que el hartazgo sobre la conducción de la guerra es mayoritario, difícilmente la nueva configuración parlamentaria apoyará un retiro a la española ni arriesgará más la influencia norteamericana en el Medio Oriente.

Lo esperable al respecto es la redefinición de la estrategia y la identificación de un horizonte temporal que “mida” mejor la presencia norteamericana en el área. Irak no será abandonado a su suerte y el intento de solución del conflicto del Medio Oriente seguirá siendo una prioridad. Sí es posible en cambio una redefinición del equilibrio entre los requerimientos del interés nacional y los de las libertades públicas.

De otro lado, tampoco habrá retiro en la lucha contra el terrorismo. Lo que sí puede esperarse es una redefinición de la “guerra global” en términos de una identificación más específica del enemigo y de la lucha contra el mismo. Lo mismo ocurrirá en el campo de la proliferación de armas de destrucción masiva: es posible esperar un mayor recurso a la diplomacia pero sin abandonar su respaldo en la fuerza.
 

 
En lo que hace a la migración, el votante norteamericano no parece estar de acuerdo con un trato más benigno del problema (Washington Post). Incluso los migrantes legales hispanos parecen dispuestos a una política enérgica en la materia siempre que ésta apunte a una solución integral. Ésta no parece pasar por la construcción efectiva del “muro”.
 

 
En materia de narcotráfico los indicadores están implícitos en los antecedentes: en su momento los demócratas continuaron la lucha antidrogas de los republicanos. Si eventualmente puede haber un nuevo trato, éste no pasa por la “despenalización” de la coca.
 

 
Lo que sí es seguro es que cuando los demócratas controlen la Cámara Baja e incrementan su participación en el Senado, el control sobre la política exterior se intensificará. Al margen de la ideología, ello generará problemas de eficacia si no se logra consenso. Si ello implica la no renovación del “fast track” para el presidente Bush, los demócratas tendrán que lidiar con la vocación de apertura que mostró el gobierno de Clinton.

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