Alejandro Deustua

17 de jul de 2005

Integración Andina: Una Posible Nueva Fase

18 de julio de 2005

Como toda cumbre política, el XVI Consejo Presidencial Andino se ha constituido en una megaevento. A diferencias de sus antecesores, éste convoca por primera vez la presencia de representantes del Mercosur como miembros asociados de la CAN además de la participación de Chile, Panamá y México en calidad de observadores. Ese ámbito ampliado sugiere el interés regional por la Comunidad Suramericana de Naciones cuyos inacabados cimientos de mercado e infraestructura inician un nuevo trato político.

De los resultados concretos de esta cumbre aún no es posible emitir opinión final por la sencilla razón de que éste empieza cuando se escribe este comentario. Pero sí podemos considerar algunas conclusiones tentativas con la información disponible sobre las múltiples reuniones de ministros que hanprecedido a la cumbre (aunque las vías oficiales publiquen sólo parcialmente sus resultados en tanto éstas deben alimentar la reunión presidencial).

El marco económico que define la cumbre, establecido en torno al crecimiento de todas las economías andinas y al consecuente incremento de los intercambios, estimula el optimismo en la evaluación de los objetivos de profundización de la integración subregional, de incremento de su cobertura geográfica (Suramérica) y sectorial (el ámbito social) y la intensificación de la coordinación entre los múltiples organismos del Sistema Andino de Integración.

Sobre el punto, ha sido importante que el Canciller recuerde que, en el 2004, las exportaciones de cada país andino crecieron entre 40% (Perú) y 20% (Colombia) para un total al mundo de US$ 77174 millones y un subtotal intracomunitario de US$ 7776 millones. Siendo el avance andino importante, éste no puede dejar de considerar el peso que ha tenido en ese resultado el incremento de la demanda mundial y de los precios internacionales como mecanismo distinto del esfuerzo subregional. Especialmente si, a la luz de la relación entre exportaciones al mundo y las intracomunitarias, el resultado no supera el 10% para el escenario andino. Éste proporción del comercio exteriror, con pequeños saldos hacia arriba, parece haber consolidado ya la dimensión de la integración andina en el marco de la inserción global de sus miembros aun teniendo en cuenta el incremento del comercio intrahemsiférico y la importancia creciente del mercado norteamericano en él. Salvo para las Pymes y los bienes terminados, el resultado sigue siendo exiguo.

De allí que el objetivo de la profundización de la integración establecido por el Secretario General, Alan Wagner, sea especialmente urgente aunque ésta tenga, como propósito inmediato, consolidar los términos previos a la negociación del acuerdo de asociación con la Unión Europea. Éste, que es el avance más importante de la cumbre a la luz de la participación en el Consejo Andino de Relaciones Exteriores de la Comisario de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, Benita Ferrero-Waldner, reclamará alguna versión creíble de unión aduanera subregional y de un perfeccionamiento de la zona de comercio andina.

En relación al problema de la unión aduanera, los ministros encargados han decido postergar su decisión sobre un arancel externo común hasta diciembre próximo mientras que el ministro de Economía peruano ha advertido de que no aceptará niveles superiores a los actuales. Si se considera que este instrumento es hoy suscrito sólo por tres países andinos cuya práctica abunda en perforaciones, es evidente que en este terreno hay mucho aún que recorrer.

En cuanto a la zona de libre comercio andina, las autoridades andinas han estimulado a los ministros de Transporte a que contribuyan a liberar de obstáculos al libre comercio intraregional revelando que, a pesar de que la gran mayoría del comercio interandino debiera fluir con arancel 0, las barrera pararancelarias, los obstáctulos técnicos al comercio y algunos problemas tarifarios siguen erosionando la calidad del mercado subregional.

Lo mismo ocurre con el sector agrícola, pero con el agravante de que el mercado comunitario sencillamente parece no existir en tanto la aproximación para levantar barreras internas al comercio, incluyendo las salvaguardias, sigue optando después de 30 años por la vía bilateral (es decir, por pares de países).

En materia de integración energética, la incorporación de Bolivia a los esfuerzos andinos de interconexión eléctrica (Decisión 536) es ciertamente bienvenida aunque ello revele, paradójicamente, cuán atrasado se encuentra el sector. Igualmente importante parece la decisión de optar por “clusters” energéticos que agreguen valor prductivo a la simple interconexión con fines de consumo o de exportación.

Pero sería una lástima que habiéndose tratado el tema de la energía no renovable, no se hubiera negociado sobre el programa suramericano de interconexión de ductos de gas (el mal llamado “anillo energético”) o que éste no hubiere sido considerado en el marco del IIRSA permitiendo su evaluación por cuerda separada (hoy se incia una tercera reunión, esta vez, en Montevideo). Si ello ocurre se estaría perdiendo una magnífica oportunidad para acabar con las dudas bolivianas de adherirse a este específico proyecto de integración energética tanto en beneficio propio (Bolivia podría diviersificar su dependencia del mercado brasileño y argentino) como de los demás. Sobre el punto es necesario recordar que, sin Bolivia, el proyecto de interconexión no tiene mayor sentido salvo para la relación peruano-chilena en la medida de que el Perú efectivamente cuente con reservas disponibles.

De otro lado, debe resaltarse la innovación del instrumento del desarrollo alternativo en la lucha contra las drogas realizada por los ministros de Relaciones Exteriores. La propuesta andina consiste en ampliar el tipo y ámbito de cobertura en este sector invocando la responsabilidad compartida para la promoción de núcleos de desarrollo en áreas críticas en lugar de la simple sustitución de cultivos. La iniciativa parece interesante pero sólo en la medida en que se reconozca la ilegalidad del cultivo, que se cuente con fondos suficientes para promover el desarrollo local y que éste no atenúe la importancia de la erradicación voluntaria o forzosa ni la interdicción. Si estos requerimientos no se atienden, los criterios de “integralidad”, “sostenibilidad” y “participación” del enfoque podrían resultar brindando mayores facilidades a la existencia de la coca ilegal y a su aprovechamiento por el narcotráfico. En consecuencia, es necesario dar otra mirada a este punto que se anuncia como consensuado pero aún no como adecuadamente financiado. Si se fomentan expectativas sociales en un área vincualda al narcotráfico sólo para frustrarlas luego podemos estar creando un problema mayor del que se quiere resolver.

El mayor logro en el sector externo es, como se ha dicho, el compromiso de la Comisario de Relaciones Exteriores de la Unión Europea con los cancilleres andinos para avanzar decididamente hacia la negociaciación del acuerdo de asociación CAN-UE en el 2006. Los argumentos de la representante europea ya han sido expuestos en esta revista (1). Ahora han sido ratificados colegiadamente en el Consejo Andino de Ministro de Relaciones Exteriores. Lo que está en juego acá es una revolución de la inserción andina en tanto agregaría a la convergencia con el Mercosur y al TLC con Estados Unidos, un mercado ampliado con el principal centro de integración occidental y mundial.

El cambio estratégico que ello implica para el Perú y la CAN es extraordinario en tanto la noción de un mercado de escala subregional habría sido superada por una inserción occidental de implicancias muy superiores en tanto se estará comprometiendo una nueva jerarquía de diálogo político, nuevos patrones de cooperación y asegurando nuevas y mejores formas de interdependencia con la UE. Los principios y valores, especialmente la “cláusula democrática” andina”, tendrán que ser ratificados por la CAN al tiempo que se incrementa el costo de su vulneración por los países miembros. Ello supone, además, un ancla de estabilidad para este vulnerable grupo de países.

Ahora resta ver, como en el caso del TLC con Estados Unidos, cómo desarrollamos la negociación que se viene con el propósito de consolidar las ventajas que ésta ofrece y minizar las eventuales pérdidas cuantitativas.


 
En función de este conjunto de elementos veremos el mayor o menor éxito de la Cumbre Presidencial.

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