Alejandro Deustua

27 de ene de 2010

La Inversión Extranjera en Tiempos de Crisis

En el año de la peor crisis económica internacional desde 1930 el Perú ha sido el único país de América Latina que mantuvo tasas positivas de recepción de inversión extranjera. Según la UNCTAD en el 2009 ésta fue 28.1% mayor que la del 2008 cuando la inversión extranjera cayó en la región 40.7%, 34.7% en los países en desarrollo, 41.2% en los países desarrollados y 38.7% en el mundo.
 

Si en ese contexto, el Perú ha recibido el grado de inversión de las tres mayores calificadoras en función de su capacidad de pago, el pronóstico del 2010 debería ser todavía mejor en materia financiera. Especialmente si los fundamentos de la economía son sólidos (algo que se expresa en la revaluación del sol cuya proyección es estimulada por expectativas de fortalecimiento frente al dólar además de mayores ingresos por la mejora en el precio de las materias primas).

Además del propio beneficio, el mejoramiento de esta tendencia debe ser adecuadamente gestionada por tres claras razones. En primer lugar, porque, según el FMI, la recuperación económica mundial está premiando las políticas monetarias y fiscales expansionistas que la asisten (y que deberá ser, en algún momento revertidas) antes que los incipientes fundamentos que la sostienen.

En segundo lugar, porque la recuperación no es sincrónica (como sí lo fue la caída) y, por tanto, se diferencia cada vez más por países y regiones (Asia lidera la recuperación aunque con una gran dispersión intrarregional).

Y, en tercer lugar, porque, según la UNCTAD, aunque el flujo de la inversión distinguirá crecientemente los destinos donde ésta generará retornos razonables teniendo en cuenta un lento crecimiento de la economía mundial (aunque el FMI lo acaba de revisar al alza en ¾ puntos porcentuales hasta 4% constatando el reavivamiento del apetito por el riesgo que, como se sabe, sin embargo, se expresa más en los mercados bursátiles que en los flujos de inversión extranjera directa).

Si bien la calidad de la perfomance económica peruana puede distinguirse de un cierto número de países en el área, ésta no será una isla de bonanza ni de estabilidad política en un ciclo electoral, mientras que el riesgo regional ciertamente seguirá ejerciendo influencia en la apreciación del país. Por ello el esfuerzo por atraer inversiones debe redoblarse en el 2010 más allá de las buenas noticias oficiales (p.e. los US$ 5 mil millones que se esperan para el sector minero duplicando la inversión el sector primario del 2009).

Especialmente si ese monto es equivalente a más del 80% del total del flujo de inversiones del año pasado (US$ 6.1 mil millones según la UNCTAD) que, sin embargo, generó más del 70% de nuestras exportaciones con poco empleo. Teniendo en cuenta los requerimientos de inversión en el sector no primario de la economía, el flujo esperado en el sector primario puede saturar la oferta y minimizar (crowd-out) el flujo para los demás.

Si ello ocurriese, la recuperación de la economía mundial estaría incrementando la calidad primario exportadora de nuestra economía. El esfuerzo promotor de inversiones en grandes empresas no primarias, pero especialmente en pymes y en el sector servicios y manufacturero, se evidencia entonces como una urgente necesidad nacional.

Más aún en un contexto en el que el flujo de la inversión consolidará su orientación asiática en el muy lento proceso de su recuperación general en el 2010. Al respecto, vale la pena echar una mirada al 2009.

Aún teniendo en cuenta la fuerte desaceleración de los flujos globales, el hecho es que Asia (y Oceanía) captaron US$ 264.1 mil millones de los US$ 405.5 mil millones que acudieron a los países en desarrollo (65% del total dirigido a estos mercados) mientras América Latina recibió U$ 85.5 mil millones (apenas 21% del total dirigido a los países en desarrollo).

Si ello muestra, como era previsible, que la brecha en América Latina y el Asia se incrementó aún más en medio de la crisis, la tendencia de la recuperación (que el Asia, y especialmente China, lidera) la aumentará adicionalmente bajo patrones estructurales Norte-Sur que reconfirman la calidad primario exportadora de nuestras economías.

En este contexto el hecho que el Perú reporte un flujo positivo en el 2009 es una buena noticia que debe tomarse sin exceso de entusiasmo. Más aún cuando, a pesar de la caída de los flujos en la región (que, con 40.7%, fue superior al promedio mundial), Brasil acumuló 27% del total latinoamericano, México 16% y Chile 15%.

Si bien la circunstancial caída de Argentina a 5% y la aproximación de Perú (7%) a Colombia 10% pudiera representar un cambio estructural en el área hacia una menor dispersión de la inversión extranjera si la tendencia se mantiene (muy difícil en el caso argentino), el hecho es que la brecha de las economías medianas como el Perú y las grandes como Brasil y México (y Chile que se aproxima), se va ampliando en la región.

El incremento de la competitividad del Perú guarda una correlación directa con este cuadro de situación. En consecuencia, el objetivo en materia de promoción de inversiones debe ser el de achicar las brechas intra y extrarregionales y cambiar las estructura del flujo.
 

 
Ello requiere el concurso público y privado, especialmente en el 2010 en el que el escaso ritmo de crecimiento de la inversión directa tiende a presentarse, al revés de la inversión en papeles, como un stock fijo y, por tanto, de relativa suma 0 mientras llegan tiempos mejores.

Cuando lleguen esos tiempos, éstos deben ser acompañados por una disposición a la acumulación nacional que supla la escasa oferta del flujo externo y permita, luego, invertir en el exterior. La ampliación del mercado de capitales en la región como ocurrirá con la integración bursátil entre Perú, Chile y Colombia incrementará en buena medida esas posibilidades siempre y cuando éste sea administrado con equilibrio y sin predisposición hegemónica.

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