Alejandro Deustua

22 de mar de 2005

Perú, Chile y Ecuador: De nuevo a las andadas

23 de marzo de 2005

La crisis de confianza entre Perú, Chile y Ecuador desatada por las declaraciones de un militar prófugo ha reiterado que la psicología del conflicto trasciende eventualmente a su solución política. El problema que ahora se plantea entre los tres países no reside sin embargo en esa evidencia sino en la vulnerabilidad que éstos muestran a la infidencia de agentes irracionales como Bayas, independientemente de sus motivaciones.

La primera vulnerabilidad deviene del extraordinario peso que hoy se a otorga al testimonio como prueba y de la evolución de su impacto al plano internacional. En efecto, luego del escándalo desatado por Bayas los Estados han sido montesinistamente recordados de que sus peores enemigos de mañana pueden encontrarse entre las más altas autoridades de hoy. Especialmente cuando la incontinencia en el manejo de información reservada muestra una preocupante erosión de la disciplina que se espera de los que tuvieron acceso a ella y la emplean luego para fines distintos del esclarecimiento público.

Ello es especialmente peligroso cuando ese desmanejo genera, con rapidez extraordinaria, daño a la relación interestatal. En el caso de Perú y Chile éste ya se muestra en la interrupción, por intromisión de un agente ecuatoriano, de una proceso de aproximación entre instituciones castrenses y en la evidencia de su fragilidad.

Teniendo en cuenta que el desencuentro puede llevar a la quiebra del proceso es necesario que, luego de concluidas las investigaciones, las partes establezcan pautas y mecanismos de gestión de crisis para estos casos que, a la luz de las susbsistentes animosidades y perversidades previas, tenderán a repetirse. La investigación que hoy se reclama es sólo reactiva. Prevenir mediante el intercambio de información sensible y la evaluación conjunta de crisis potenciales no parece al respecto irrazonable.

Una segunda vulnerabilidad revelada por la crisis actual deriva de la incapacidad de procesamiento de hechos de de preguerra en etapas de postguerra. En un contexto postconflicto, signado por la voluntad recíproca de generar intereses complementarios y por intentos de transparencia en la gestión resulta aún difícil la evaluación de hechos eventualmente ocurridos en épocas de confrontación, de comportamientos propios de la Guerra Fría y de manejo turbio de asuntos estratégicos.

Ello obliga a hace uso efectivo de instituciones ya creadas entre Perú y Chile por los sectores Relaciones Exteriores y Defensa en lugar de actuar por vías paralelas si la política bilateral va a tener alguna consistencia.

Finalmente, una tercera vulnerabilidad puesta en evidencia por el caso en cuestión es la derivada del incumplimiento o mal desempeño de roles. Si los garantes del Protocolo de Río contribuyeron decisivamente a la solución del diferendo peruano-ecuatoriano, su comportamiento –como lo revela el tráfico de armas a Ecuador desde Argentina y eventualmente desde Chile- ha sido a veces disfuncional. Por tanto, una vez demarcada la línea de frontera con el Ecuador, lo más atinado es aplicar el artículo 5 del Protocolo que establece que ese hecho establece el límite del rol de los garantes. Su vinculación ya no genera beneficios y transmite más bien las complicaciones de la postguerra.

Peruanos, chilenos y ecuatorianos deben decidir ahora si, en el marco de sus respectivos intereses, desean terminar con esas vulnerabilidades o prefieren escalarlas. Confiar sólo en la persistencia de los factores de balance de proyección de poder en el área arraigados en la historia –que son muy reales- resulta contradictorio con la generación contemporánea de interdependencia en que los respectivos Estados se han embarcado al costo de no escaso sacrificio.

    5
    0