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  • Alejandro Deustua

El Terrorismo y el Narcotráfico de Alcance Global

25 de julio de 2005



Después de los atentados terroristas en Londres se ha abierto un debate sobre el ámbito de cobertura de la amenaza. La nacionalidad británica de los asesinos ha sembrado dudas sobre su naturaleza global.


A ello ha contribuido el hecho de que los terroristas hayan sido jóvenes ingleses estimulados por la irresuelta relación entre las comunidades musulmanas afincadas en el Reino Unido y la cultura occidental sobre cuyos cimientos habitan, y por la laxitud de la ley inglesa en el trato con clérigos fundamentalistas de violenta pedagogía. Sin embargo estos hechos parecen más bien indicativos del arraigo local del terrorismo global antes que de la naturaleza parroquial de su novedosa fenomenología.


Esta conclusión parece reforzarse por el hecho de que los perpetradores establecieron conexión material con escuelas fundamentalistas en Pakistán (sede de células de Al Qaeda), por la realidad de que una organización de la jihad islámica de cobertura europea haya reclamado participación en la autoría, por la evidencia de que se haya amenazado nuevamente a los Estados europeos con presencia en Irak y por la constatación de que esos hechos no están desligados del bárbaro atentado en Sharm el-Sheij (Egipto). Considerando sólo estos elementos, lo menos aque se puede decir al respecto es que la dimensión eurosaiática del terrorismo ha sido, una vez más, confirmada.


La supuesta limitación local del terrorismo es también atribuida a la guerra de Irak atribuyéndose a sus perpetradores la calidad de “agentes de la resistencia”. Al margen de que esta última característica deba ser negada para denominar a quienes atentan cotidianamente contra sus compatriotas, es evidente que la dimensión global del terrorismo iraquí tiene por lo menos calidad política.


En efecto, si se considera que quienes están bajo ataque –aparte de los iraquíes- son los Estados Unidos, las potencias que lo acompañan desde tres contienentes y el organismo multilateral por excelencia –la ONU, que ha establecido las reglas mediante las cuales Irak debe reconstruir su Estado-, la dimensión estrictamente local del tipo de terrorismo que se desarrolla en ese escenario queda descartada.


Y si se desea obviar el origen trasnacional del agente terrorista, debe recordarse que mucho antes de que Irak fuera atacado, agentes terroristas presuntamente islámicos golpearon no sólo en Nueva York, sino en Buenos Aires pasando por Tanzania y Kenya en el África e Indonesia y Filipinas en el Asia. Al respecto resulta interesante que estos hechos, de cuya cronología da cuenta cualquier medio de comunicación, intenten ser negados ahora por algunos sólo porque al Primer Ministro Blair le haya parecido pertinente recordarlo.


Mientras ello sucede, no pocas autoridades en América Latina –y también en Estados Unidos- siguen considerando que organizaciones como las FARC colombianas y los narcotráficantes que las financian tienen carácter estrictamente local. Sobre lo primero basta subrayar el contacto de esa organización con elementos del IRA y del ETA. Sobre lo segundo, es bueno tener presente que el narcotráfico no sólo está presenta en el área andina sino que su presencia en el Asia Central (p.e. en Afganistán), se proyecta hasta Europa, por lo menos.


Dada la espeficidad con que el narcotráfico debe ser atacado preferiríamos no reiterar su rol como agente financiero del terrorismo global. Sin embargo, a la luz de su avance en la subregión andina y la novedosa evolución política que viene cobrando en ella, no es posible obviar tan grave problema.


En lo que hace al Perú, el narcotráfico, que se alimenta del 90% de la coca producida en nuestro país, desea ser legalizado a través de la acción de cada vez mayor número de autoridades regionales. Ello ya ha ocurrido en Cuzco, Puno y Huánuco y la lista puede crecer. Este atentado contra la seguridad nacional proveniente de autoridades que aprovechan el sistema democrático para legalizar un delito no puede ser tolerado. Y mucho menos en el contexto actual de expansión del ámbito global del terrorismo.


La autoridad nacional, que hoy reitera su rechazo a las acciones terroristas en Londres y Egipto, no puede cruzarse de brazos frente a esta nueva amenaza. El narcotráfico debe ser comabatido con más firmeza hoy que nunca y las autoridades que lo avalan deben ser denunciadas ante los fueron pertinentes. Salvo que se desee que el Perú aquiera una presencia en el lado equivocado de la lucha contra el terrorismo y contra las amenazas globales conexas.

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