31 de agosto de 2021
Indiferente a la fuerte complicación del contexto internacional y activo en la creación de desorden interno, el resultado del primer mes de gobierno del Sr. Castillo se ha expresado en erosión de nuestra inserción externa y en agravada incertidumbre política y económica.
Si el incremento de los precios de los minerales brinda, en apariencia, una mayor relación con el mercado externo, ostensibles factores de desinserción son atribuibles al desgobierno local y a dinámicas que nos superan. Estas últimas se definen, principalmente, por el incremento de la brecha de recuperación global reportada por el FMI cuando, en julio, asumía el Sr. Castillo.
Aunque con la misma perspectiva de crecimiento mundial (6%) esa brecha se explica por la mejor perfomance de las economías desarrolladas y el declive de la de las emergentes. Diferencias en la capacidad de estímulo económico, la menor competencia para atender la emergencia sanitaria y presiones inflacionarias (especialmente, la de los precios de alimentos) han resultado en una rebaja de la perspectiva reactivadora en estas economías.
Sin embargo, en su mensaje al Congreso, el Primer Ministro ha prescindido de ese hecho y, en cambio, abundó en la oferta de instrumentos inflacionarios (mayor gasto social desprovisto de parámetros, necesaria inversión pública orientada estérilmente (empresas estatales), marginación de la inversión privada nacional y extranjera (y ahora, indiferencia al plazo de nombramiento de directores del BCR).
Además, mostró desconcierto en la confrontación de la crisis sanitaria: el Sr. Bellido anunció que el 50% de los peruanos estarán vacunados en este mes cuando, hasta agosto, sólo 24% (Minsa) ó 27% (JHU) lo estaban con una sola dosis.
Ello retrasaría el crecimiento de este año (10.5% según el MEF). Y no sólo porque ese cálculo haya sido sobrestimado según el Consejo Fiscal (CF) sino porque éste, en apariencia, no considera los efectos de una nueva ola de COVID en el empleo y la inversión durante este año y el próximo.
Y si el crecimiento de este año (más rebote que actividad) y del próximo fuera condicionado por un retorno a la normalidad de los precios de los minerales (menor especulación o recorte del ciclo), los términos de nuestra inserción externa estarían seriamente en juego.
En ese escenario no ayuda la extraordinaria capacidad gubernamental para desalentar expectativas económicas sanas que inhiban una mayor devaluación y fuga de capitales manteniendo, en su lugar, el conflicto político (p.e. la presencia inaceptable de cuestionados miembros del gabinete, la dualidad presidente/partido).
Y si a la incapacidad de gobierno se agrega la indisposición de ministros “potables” (p.e. el canciller) para referir los fundamentos de su sector (p.e. el “interés nacional”) y resaltar, en cambio, la diplomacia basada “en las entrañas de la Patria” (una forma de mencionar el muy bolivariano y predominante “interés social”) mientras el Premier no puede mirar más allá de la región, nuestro camino a la desinserción se consolida.
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