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  • Alejandro Deustua

La Elección Boliviana: Un Nuevo Desafío Geopolítico

El proceso electoral mediante el cual Evo Morales ha sido reelecto no ha sido impecable pero es incuestionable. Los serios problemas del padrón electoral, el marco constitucional irregularmente aprobado en que se desarrolló y la campaña permanente con que el reelecto presidente y su movimiento han gobernado compiten mal con el fuerte avance político de Morales y del MAS evidenciado en las urnas.


En efecto, en un escenario fuertemente conflictivo, el triunfo de dos tercios del electorado es abrumador y hasta podría confundirse con el incremento del factor cohesivo en Bolivia. Ello no ocurre, sin embargo, porque antes que consenso en un Estado denominado plurinacional, el triunfo indica imposición. La suma 0 ha ganado en las urnas extraordinariamente. Ahora resta ver cuán dominante se mostrará el gobierno (cuya tendencia autoritaria es evidente para quien quiera verlo). Aunque la esperanza de una disposición al diálogo con una oposición dividida se ha incrementado en Bolivia, la cultura política que encarna Morales no dejar mucho sitio para aquélla. Y menos cuando el gobierno ha obtenido los dos tercios en el Senado luego de consolidar su mayoría en Diputados. Ello le permitirá prescindir de la oposición para implementar una Constitución que reclama tan complejo desarrollo como fortalecimiento del poder del Presidente para compensar la pérdida de cohesión resultante del reconocimiento de 36 nacionalidades y sus respectivas autonomías. En este marco, los factores cohesivos instrumentables provienen hoy en Bolivia mucho más de los grupos sociales que han votado por el oficialismo que de las organizaciones políticas del gobierno y la oposición. Ello incumbe principalmente a las clases medias que han optado por adherir al gobierno de Morales. Y son las que también deberían frenar el impulso autoritario del Presidente.


Este momento especial, sin embargo, puede durar poco si las reivindicaciones y derechos de esos adherentes son frustrados por los usos totalitarios del MAS cuyas prácticas hegemónicas encuentran sustento en grupos organizados que, a falta de persuasión, ya han recurrido a la violencia. Un mal desempeño económico apuraría el fin de la afiliación.


De otro lado, el avance oficialista se ha mostrado también en el escenario geográfico. En apariencia, uno de los baluartes del occidente boliviano –Tarija- ha sido ganada por el MAS. Ello tiene connotaciones económicas fundamentales en tanto en ese departamento se encuentran los principales yacimiento de gas de cuya comercialización depende sustancialmente la economía boliviana. Por lo demás, las consecuencias de ese hecho para el resto de los integrantes de la Media Luna (Santa Cruz, Beni y Pando) implicará no sólo una derrota “geopolítica” sino el debilitamiento de las formas de gobierno local que se identifican más con la modernidad que con el reivindicacionismo indígena.


Es en este contexto de triunfo total en el que el Presidente Morales pretenderá luego hacerse reelegir por al menos un período más al amparo de la nueva carta fundamental persistiendo en imponer su peculiar y beligerante forma de socialismo.


Los vecinos de Bolivia no deben hacerse ilusiones sobre la “estabilidad” que el triunfo de Morales traerá a la región. Y mucho menos si la hegemonía interna alienta su expansionismo transnacional al amparo del indigenismo socialista, su disposición confrontacional con el “neoliberalismo” regional y el fortalecimiento de su alianza con Venezuela, Cuba, Irán y otras potencias autoritarias o totalitarias.

En tanto ello implica el fortalecimiento del ALBA en Suramérica (que pretenderá compensar acá lo que acaba de perder en Centroamérica), el triunfo de Morales implica un nuevo desafío geopolítico en la región. La gestión pragmática del mismo dependerá en buena cuenta del comportamiento del gobierno boliviano (como hoy ocurre con Chile). Si ésta privilegia la defensa de sus intereses nacionales, una relación sensata con el Perú será posible. Pero si aquélla es comandada ideológicamente y con ánimo intervencionista, como indica la tendencia, la perspectiva de mayor fricción en el área está a la vista.



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