El acápite de política exterior del mensaje presidencial de 28 de Julio está a tono con el formato descriptivo del discurso. Ello ha supuesto el sacrificio de la evaluación política en momentos críticos.
Su conclusión elemental (la política exterior se ha fortalecido) puede resumirse en cuatro puntos implícitos: el Perú es un Estado sin problemas limítrofes, es un gran vecino, es un foro global y es un socio estratégico de potencias superiores. En consecuencia debemos estar satisfechos.
Ello se deduce, primero, de la afirmación de que nuestra problemática de límites ha concluido debido a un resultado satisfactorio de delimitación marítima.
Al respecto, sin embargo, no se ha tomado en cuenta una omisión y un problema.
La omisión consiste en que luego de que la Corte aceptara el alegato peruano de que su conducta es convergente con la Convención del Mar, el Estado no ha procedido a su adhesión a la Convemar manteniendo una vulnerabilidad jurídica que debe ser corregida.
Y el problema radica en que el Perú no logra ejercer plena jurisdicción sobre el “triángulo terrestre” debido a la conducta expansionista chilena que, desconociendo el Tratado de 1929, afirma que el límite terrestre es el paralelo que cruza el Hito 1. El vecino, sabiendo que la sentencia de la Corte es de carácter marítimo y que se refiere al paralelo del Hito 1 sólo para determinar el punto de inicio del límite marítimo, ha incurrido en revisionismo tratadista. Sobre este problema se ha guardado peligroso silencio.
El progreso de la Alianza del Pacífico (otro de los acápites enumerados) queda condicionado pero no depende, sin embargo, del reconocimiento de la existencia de este problema. Si algo impide un avance más acelerado de esta proceso de integración profunda entre economías liberales y Estados marítimos es su muy bajo comercio intrarregional, la insuficiencia de su arraigo continental por la disfuncionalidad integracionista del ALBA, de Brasil y Argentina y la creciente problemática de orden interno de sus miembros. Nada ha habido en el Mensaje sobre ello ni sobre el prometedor horizonte de la Alianza.
De otro lado, si bien nos felicitamos porque la comunidad internacional reconozca al Perú como sede de reuniones multilaterales (el ASPA, la COP 20) e interinstitucionales (la próxima reunión de la Junta de Gobernadores del FMI y del Banco Mundial), hubiera sido bueno expresar nuestro punto de vista sobre la enorme crisis del Medio Oriente (no habrá más ASPA) y sobre nuestros requerimientos en materia de cambio climático.
Pero sobre todo, era de esperar una evaluación y planteamiento sobre la crisis del sector externo que concierne a los fundamentos de nuestra inserción internacional y, por tanto, a nuestra política exterior. Especialmente si la crisis sistémica que la motiva implica la pérdida de sitio de las economías emergentes en la redistribución de poder internacional mientras sus bases regionales se desestabilizan.
Para ser relevante el resumen de política exterior no requería de mucho espacio este 28 de julio.
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