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  • Alejandro Deustua

Los Nuevos Enemigos del ALBA

Mientras el Perú acude a la ONU para hacer el elogio de UNASUR como ente de paz, el ALBA declara nuevos enemigos en la región.


Esta vez se trata de la Alianza del Pacífico (entidad que el ALBA repudia como un intento “de remozar la hegemonía imperialista en el hemisferio”), de sus propios ciudadanos opositores (al rechazar a “cualquier intento del retorno del neoliberalismo y de sus ‘cámaras’”) y de Colombia (al alertar contra todo convenio con Estados Unidos y la OTAN para “hacerse cómplice” de ocupaciones territoriales y de la militarización universal). En el primer caso, el ALBA trata al proceso de integración de la Alianza del Pacífico como una alianza paramilitar que destruye una supuesta cohesión regional sin considerar que ésta se asienta en principios liberales e intereses convergentes anteriores al ALBA que cohesionaron a la región hasta que ésta destruyó ese consenso. En el segundo, estamos frente a la consolidación de la defensa colectiva del autoritarismo bolivariano como alternativa al que manda la Carta Democrática. Al respecto, la identificación de la oposición con el “neoliberalismo” es sólo el chivo expiatorio necesario para ese consenso antidemocrático.


Y en el tercero nos encontramos frente a la condena del ALBA de la cooperación de países suramericanos con potencias occidentales que ha permitido a Colombia luchar contra las FARC y obligar a éstas a negociar la paz.


La Declaración del ALBA busca la identificación de enemigos que justifiquen su existencia en momentos de crisis estructural de uno sus dos pilares (Venezuela) y de lentas reformas en el otro (Cuba).


Como complemento, renueva una pseudo-ideología mediante la rápida fusión entre el socialismo del siglo XXI (Venezuela) y “el Buen Vivir/Vivir Bien” (Bolivia). Nada mejor para ese aliado periférico que es el “masismo” del Sr. Morales cuando la base material de su ideología racista se acaba de derrumbar: el censo boliviano del 2012 muestra que los indígenas no son el 62% del 2001 sino el 40% de ahora y que el 54% que no declara etnia reconocida son los mestizos que predominan en el resto del área. Pero ello interesa menos que la necesidad imperativa de que el ALBA aclare si su declaración de repudio involucra a los miembros de la Alianza del Pacífico. Lo demás es constatar que la fragmentación regional es la realidad predominante en la UNASUR que ésta no desea afrontar.


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