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  • Alejandro Deustua

Observaciones Sobre el Ataque Terrorista a Israel

11 de octubre de 2023



El intento de formación de un nuevo orden regional en el Medio Oriente a cargo de Israel y Arabia Saudita mediante el establecimiento de relaciones diplomáticas entre ellos, acaba de ser sangrientamente postergado (y eventualmente diluido) por una organización terrorista. En efecto, el ataque de asesinos de Hamas contra civiles israelíes ha generado una respuesta masiva de la fuerza armada israelí sobre Gaza (el asiento territorial de esa agrupación criminal) que suspende todo arreglo diplomático en la zona.


A esa empeño se ha sumado parte de la población iraní que ha festejado como propio el criminal atentado agravándolo y sugiriendo, de paso, que Irán estuvo involucrado en la organización del mismo.


Ello confirma, como si fuera necesario, que la acción de individuos o agrupaciones no estatales pueden desatar guerras interestatales y otras de distintos calibres (Gavrilo Princip y su grupo anarquista en la Primer Guerra Mundial o Al Qaeda en la guerra norteamericana contra Irak a principios de este siglo luego del ataque a las torres gemelas neoyorquinas y al Pentágono) cuando los estados concernidos no están firmemente comprometidos en lograr algún arreglo entre ellos que inhiba la acción violenta de agentes particulares.


La capacidad de agresión de estos individuos o agrupaciones no estatales está siendo potenciada por el desarrollo tecnológico contemporáneo. Un nuevo tipo de armamento puesto en manos de cualquiera (dones, p.e.) producirá en los años venideros consecuencias similares a las que vemos hoy en el Medio Oriente. Aún cuando las nuevas tecnologías pudieran ser medianamente reguladas, el agente destructor siempre podrá actuar por debajo del umbral tecnológico como ha sido el caso de Hamas (sus miembros se organizaron y comunicaron al “viejo estilo” sin emplear ningún artilugio sofisticado en apariencia).


De otro lado, la participación iraní en el financiamiento y planeamiento del ataque terrorista dice mucho de la flexibilidad de las alianzas en un mundo en el que los alineamientos frágiles que organizarán aquellos que no están directamente comprometidos con un centro de poder mayor.


Como se sabe, Hamas marcó casi siempre distancia de Irán por razones religiosas entre otras. Siendo una organización sunita e Irán chiita no había posibilidades de contacto sustancial entre ellos en un escenario donde las aproximaciones y antagonismos tienden a definirse por factores confesionales y primitivo balance de poder antes que por disposiciones limítrofes o de militancia política. En el Medio Oriente este último factor de alineamiento se puede quebrar con relativa facilidad si el enemigo es común y poderoso y si la acción que pretende sangrarlo o humillarlo tiene alguna posibilidad de éxito. Llamemos a esto oportunismo estratégico para contribuir al lenguaje de la guerra y de las alianzas mutantes que también marcarán el escenario del nuevo orden que producirá el cambio del sistema internacional que vivimos.


De otro lado, la desatención de los servicios de inteligencia israelíes sobre la preparación del ataque del Hamas no abarcó suficientemente sólo a los actores inmediatos del mismo sino tampoco al vecino iraní que, a su a vocación antiisraelí, añadía una fuerte vinculación con Rusia y China.


Estas potencias no sólo no han mostrado demasiada solidaridad con Israel por lo ocurrido sino que están comprometidas en desarrollos de largo aliento con el gobierno de Irán, potencia que no sólo pretende contener y revertir un nuevo orden regional que incorpore a Israel como un actor principal sino procurar una hegemonía chiita en el área. Como se sabe el vínculo entre Irán y Rusia está definido por la asociación energética y tecnológica y por el aprovisionamiento de armas (hoy indispensables para Rusia). En apariencia, la inteligencia israelí no atendió suficientemente esta variable mostrando que la sofisticación del sector, cada vez más marcado por el dominio tecnológico, no implica necesariamente mejoras de seguridad si no hay constancia en la labor ni desempeño de personal en el campo que pueda prevenir el daño.


Al respecto, no se conoce suficientemente la atención prestada por Israel tanto al contexto de un conflicto central (la guerra en Ucrania) en el que interactúan potencias que pudieran devenir eventualmente en hostiles a Israel como a la dinámica bélica generada por ese conflicto que termina impactando en escenarios ahora secundarios e inestables como el Medio Oriente.


Antes del ataque de Hamás, la evidencia de que ese clima era, en efecto, conducente al conflicto en escenarios secundarios era ya reconocible por ejemplo, en la fricción entre Serbia (de histórica vinculación con Rusia) y Kosovo o en Nagorno Karabaj, anexado por Azerbaiján frente a la inoperancia de la asociación de Rusia con el primero. Si ello ocurre en el Cáucaso y en los Balcanes, puede ocurrir en el Medio Oriente donde la influencia rusa tiene historia bien arraigada. Ese tipo de “impacto ambiental” no parece haber sido adecuadamente dimensionado por Israel al punto de que, para prevenir otro baño de sangre derivado de alguna intervención indeseada, hoy es necesario que un portaviones norteamericano navegue en el Mediterráneo como prevención de cualquier intervención hostil.


Finalmente consideremos los apoyos a Israel por Estados lejanos al Medio Oriente para considerar la eficacia de la diplomacia israelí y la de sus aliados occidentales en la materia. En el caso latinoamericano, esos apoyos no han sido francos y, en todo caso, son bien desiguales. En efecto, mientras el Perú condenó el ataque de Hamas y se solidarizó con el “pueblo” de Israel no hizo lo propio con el Estado israelí marcando una distancia con su conducta.


En otro extremo se ubican la reacción del presidente de Colombia quien se abstuvo de condenar el ataque de Hamas considerando que Occidente olvida a Palestina y presta atención superior a la guerra en Ucrania. La posición de Petro, protestada por un grupo de ex -cancilleres colombianos fue corregida por su Ministerio de Relaciones Exteriores. Adicionalmente el presidente de Chile guardó silencio por un tiempo y su Canciller puso a todos los actores en el mismo rasero mientras que el presidente de México tampoco se pronunció con rapidez y apenas invocó luego el principio de la solución pacífica de las controversias sin condenar el ataque terrorista. Brasil y Argentina, en cambio, sí condenaron los ataques (este último con más énfasis). Finalmente, si bien Bolivia también condenó el ataque el expresidente Morales, que hoy postula nuevamente a la jefatura del Estado, exhibió una peligrosa postura pro-iraní acorde con el tamaño de la embajada de ese país en La Paz.


Si es lamentable que, casi ningún país latinoamericano haya expresado apoyo explícito al Estado de Israel en estas circunstancias limitándose a consideraciones sobre el ataque terrorista, también llama la atención la deficiencia diplomática israelí en el área.

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