21 de febrero de 2022
De manera ilegal Rusia acaba de “reconocer” la independencia de dos regiones separatistas ucranianas -Donetsk y Luhansk-.
En medio de la mayor crisis militar de la post -Guerra Fría en Europa generada por esa potencia, Rusia acaba de violentar adicionalmente los fundamentos básicos del derecho internacional pertinentes a la crisis: el respeto a la soberanía e integridad territorial de los Estados y el respeto de los tratados internacionales especialmente los que refieren la delimitación y demarcación de fronteras.
Para hacerlo ha recurrido al uso de la fuerza (el cerco militar de un Estado -Ucrania-) y la amenaza de emplearla abiertamente en contra de ese Estado si éste no se comporta conforme a su voluntad. Ello constituye un acto de agresión (aunque la ambivalencia de la doctrina sobre la agresión permita una interpretación más benigna).
La ilegalidad de la medida está también relacionada con la naturaleza política y jurídica de las dos regiones separatistas. Ninguna cumple con los requisitos básicos de un Estado: no tiene territorio cierto (su realidad geográfica adquirió mayor dimensión tras la también ilegal anexión de Crimea en 2014) y éste no es indisputable (Ucrania considera ese espacio como parte constitutiva de ese Estado desde su independencia en 1991).
Por lo demás, si bien ambas regiones están poblada por una mayoría ruso-parlante, la condición ciudadana de esa población es ucraniana y no rusa (a pesar de que Rusia haya contribuido a una mayor y militante rusificación de la zona en los últimos años).
De otro lado el gobierno ucraniano ostenta la autoridad legal sobre esos territorios aunque ésta ha sido saboteada por Rusia desde la mencionada anexión de Crimea. Por lo demás esas zonas no tienen otra presencia internacional que no sea la de su interacción con Rusia.
Bajo esas condiciones, Rusia no pueda “reconocer” la calidad estatal de Donetsk y Luhansk. En el peor de los casos, si se considerase que existe una guerra civil abierta en el área, Rusia podría haber reconocido la beligerancia de la población rusófila en cuestión.
Por lo demás, Rusia suscribió en 2014 y 2015 los acuerdos de Minsk orientados (especialmente éste último orientado al cese de fuego en Donbás -la región que alberga a Donetsk y Luhansc-, al retiro de tropas y de armas de la “línea de contacto” y la verificación de esos desarrollos por la OSCE). Esos acuerdos fueron firmados por Rusia y Ucrania en momentos en que, debido a la anexión de Crimea por Rusia que implicó gran despliegue militar y económico, Rusia no podía considerarse un estado postrado sino todo lo contrario: era ya en ese tiempo un potencia en expansión y en búsqueda de status global y regional.
La totalidad de miembros del Consejo de Seguridad que acaba de tratar la crisis ucraniana estuvo de acuerdo que los acuerdos de Minsk eran la base jurídica para la solución política y diplomática del conflicto. Esa posición fue también adoptada por el Perú.
Las potencias europeas y la Comisión Europea han condenado la ilegal iniciativa rusa y Estados Unidos ha anunciado la imposición preliminar de sanciones a Rusia sin que ello inhiba la aplicación del conjunto de medidas coercitivas económicas y de otro tipo.
Quizás la primera potencia hizo mal en anunciar hace unas semanas que su reacción no sería todo lo drástica que debiera si Rusia actuaba en Ucrania en pequeña escala.
Finalmente, el reconocimiento ruso que mutila el territorio ucraniano constituye un escalamiento que agrava la crisis y genera mayor inestabilidad global a menos que Rusia suponga que su iniciativa pasará por agua tibia en aras de la estabilidad y el balance de poder. Es necesario demostrarle colectivamente que se ha equivocado en esa percepción.
Y en el Perú, donde también se fraguan tendencias supranacionales (vía la “diplomacia de los pueblos” boliviana p.e.) es urgente legislar adicionalmente y consolidar la doctrina militar sobre la ilegalidad de cualquier acción separatista. Especialmente hoy que esa opción también es barajada por minorías vecinales que se sentirán impulsadas por la ilegal acción rusa.
