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  • Alejandro Deustua

Sin Tiempo Que Perder

A pesar de que las órdenes ejecutivas norteamericanas son prerrogativas gubernamentales, el Congreso puede legislar sobre ellas. Este es el caso del inmenso estímulo económico de US$ 1.9 millones de millones para afrontar requerimientos anti-covid, de asistencia social y económica (de momento el incremento del sueldo mínimo de US$ 15 la hora ha sido retirado).


El estímulo (probablemente no el último) influirá fuertemente en el crecimiento anual de la primera potencia (el FMI elevó su proyección a 5.1%). Si el consecuente aumento de la demanda se concreta, ello beneficiará también a terceros. Estados Unidos ampliará sus importaciones (si la tendencia proteccionista del presidente no se impone) mientras se reduce la percepción de riesgo de los inversionistas.


Sin embargo, el impacto sobre el déficit fiscal (10.3%), el segundo más alto de la postguerra (CBO) y la deuda total (102%, por encima del producto) son potentes contraolas. En algún momento se requerirá de un fuerte ajuste cuando el resto del mundo también está gastando para afrontar la crisis sanitaria global.


El dinamismo mostrado por el Sr. Biden en la recuperación económica de su país ha sido acompañado también por avances en su reinserción. Luego del retorno al acuerdo de París, su participación en la cumbre del G7 en Londres fue una muestra adicional de su regreso al multilateralismo. Aunque falte el acápite operativo de los compromisos adoptados, el acuerdo del G7 para afrontar la pandemia y fortalecer a la OMS frente a futuras amenazas sanitarias y el apoyo a las facilidades Covax (acceso a vacunas) y ACTA-A (un programa de cooperación al respecto) fue bien explícito. Ello se expresa en obligaciones ad hoc por US$ 7.5 mil millones (US$ 4 mil millones fueron comprometidos anteriormente).


Esa cantidad se suma al total del gasto del G7 en la emergencia anti-Covid (US$ 6 millones de millones) sin que ello niegue el compromiso con los Objetivos del Milenio (muchos incumplidos) ni con la lucha contra el cambio climático.


Luego de las etapas económica y sanitaria del camino hacia la reinserción el Presidente Biden proclamó en Münich el retorno de la primera potencia al escenario de las alianzas enfatizando el rol de la OTAN.


Allí sostuvo que la democracia en el mundo está amenazada por el autoritarismo emergente configurando una preocupación central, que la seguridad colectiva depende de hacer frente a esa realidad y que la afiliación norteamericana con el artículo 5 de la OTAN (el ataque a uno es ataque a todos) es real. Los desafíos ruso en Europa (a través de nuevos mecanismos) y chino en el Pacífico (nuevas tecnologías, proteccionismo, expansionismo) deben ser confrontados, dijo, mientras que la confrontación de las amenazas globales permiten mayores grados de cooperación.


Si el “soft power” norteamericano ha empezado a recomponerse, su poder militar ya se ha manifestado en Siria. Sin embargo, la sombra de Trump aún pende sobre ello.



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