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  • Alejandro Deustua

Venezuela: Fraude Híbrido

Igual que con la manipulación del diálogo político durante las manifestaciones de reclamo de libertades en Venezuela, el gobierno de ese país acaba de fraguar unas elecciones regionales tras meses de protestas callejeras. En el proceso se ha deglutido por segunda vez a la oposición encabezada por el MUD.


Organizadas éstas por el mismo Consejo Nacional Electoral que neutralizó el referéndum revocatorio, sin observadores verosímiles y recurriendo a prácticas de vedadas el dictador Maduro dice haberse adjudicado 17 gobernaciones reconociendo sólo 5 a la oposición.


Es verdad que el comportamiento de la dirigencia de esta última ha sido tan inexplicable como torpe y desapegado de sus bases (en apariencia 3 millones de opositores no votaron anticipando el fraude).


Pero más relevante ha sido la sofisticación con que éste se ha producido en un marco de neutralización de las instituciones democráticas al habérseles extirpando todo poder real.


En efecto, el Tribunal Supremo venezolano designado por la Asamblea Nacional ha debido instalarse increíblemente en la sede de la OEA en Washington DC, marcando la trayectoria de un eventual gobierno en el exilio, mientras el ilegal permanece en Caracas. El Congreso ha sido desplazado por una inefable Asamblea Constituyente fraudulentamente organizada. Y las autoridades locales de oposición siguen paralizadas por entidades constituidas ad hoc para sustraer sus funciones.


Para nadie, entonces, puede ser invisible la realidad de que la dictadura ha organizado una institucionalidad paralela de apariencia normativa pero no legal, mientras el aparataje de poder real, edificado como espejo del original, arrasa con toda esperanza democrática.


Igual artificio se ha empleado en la reciente pantomima electoral. Esta vez la dirigencia de la MUD ha desempeñado el rol de ingenuo opositor mientras Maduro ha aprovechado la abstinencia de millones de opositores descreídos para perpetrar el fraude.


Lo extraordinario es que ni el Grupo de Lima (los países latinoamericanos que se oponen a la dictadura venezolana) pudo descalificar por anticipado la validez de estas elecciones celebradas bajo condiciones inaceptables limitándose a exigir sus parámetros ideales (transparencia, imparcialidad, presencia de observadores internacionales). Y tampoco podían hacerlo porque un sector aparentemente mayoritario de la oposición había decido participar construyendo la trampa perfecta.


Lo cierto es que, así como el neologismo que designa como guerra híbrida aquélla en la que se emplean todos los instrumentos reales y artificiosos útiles para la victoria, existe también el golpe híbrido que Maduro practica progresivamente empleando todos los instrumentos de la formalidad democrática para consolidar el resultado contrario a ella.


Si éste es cada vez más difícil de ser contenido (olvidémonos de la Carta Democrática) otros medios será necesarios para frenar el impulso totalitario. No existen muchos que no sean coercitivos. Los latinoamericanos deben comprenderlo.


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